"El dolor es inevitable, pero el sufrimiento es opcional"
(Leonardo Piscoya citando a Buda en una capacitación a propósito
de la dicotomía entre lo legal y lo real en nuestra educación)
Mientras un grupo de amigos convesabamos sobre las capacitaciones que se han presentado este mes, recordamos la que organizó la Asociación TRILCE de Santa Beatriz y entre tantas cosas se abordó el tema del uso de celurales, ipod's, mp3, etc.
En este taller nos encontramos nuevamente con los amigos Leonardo Piscoya y Jessie Sotomarino, con quienes compartimos una serie de experiancias vivenciales y confirmamos -entre tantas cosas- la importancia que ha cobrado el blog de la maestra Susana Frisancho. Ella tiene una teoría muy peculiar sobre el uso de estos equipos en los ambientes escolares.
¿Qué harías tú, si ves a tu alumno empleando su celular en plena sesión de aprendizaje? ¿le quitas el equipo?, ¿te haces de la vista gorda?, detienes tu clase y lanzas un "sermón" sobre el respeto a las reglas de la Institución?. Te cuento que yo era de los que retenía celulares en mi querido Baden Powell. Hoy no haría eso. ¿Por qué? Lee a Susana Frisancho.
Ella sostiene que: El celular es un artefacto que existe en el mundo y que mucha gente opta por usar, con todo derecho (más allá de que a algunos no nos guste mucho utilizarlo o temamos que sea malo para la salud). Muchos padres les dan celulares a sus hijos con el fin de mantenerse en contacto y monitorearlos, lo que no es malo en sí mismo. Cuando les pregunto cuál es el problema con los celulares, muchos profesores responden que estos "generan desorden", que los niños se distraen con ellos y que temen que el celular suene e interrumpa la clase... Yo les pregunto entonces que si ellos no creen -asumiendo que el sonido y las interrupciones es el único o el mayor problema- que los estudiantes deberían más bien aprender a regularse de manera autónoma, es decir, aprender a respetar al otro y apagar el celular durante clases, ponerlo en modo discreto o silencioso en una conferencia, dejarlo en algún lugar cuando hay un exámen, etc. Me dicen entonces que los alumnos no se regulan solos y les digo que es precisamente por ello que tienen que aprender a hacerlo, y la única manera es analizando el sentido de las normas, discutiendo en qué circunstancias podría permitirse un celular y de qué manera, explicando las consecuencias negativas que su uso inapropiado trae a la dinámica del salón de clases, pensando normas colectivamente (ojo: colectivamente, no imponiéndolas unilateralmente) y evaluando constantemente su cumplimiento, etc. ¿Cuando, si no, van los niños a practicar esto?...
Pienso yo que si los adultos de hoy hubieran tenido más ejercicios de convivencia de este tipo cuando niños, no tendrían ahora tantas dificultades para normarse a si mismos y respetar los derechos de los demás. Mientras discutía estas y otras ideas con los profesores, sonaron los celulares de varios, en plena sesión de trabajo y a pesar de que inicialmente puse el mio en vibrador y pedí a los profesores que hicieran lo mismo con los suyos...
a reflexionar esta última semana de "vacaciones" que nos quedan y renovar nuestra misión docente.
hasta la próxima.
1 comentario:
Con las disculpas del caso a Leonardo Piscoya por haberle cambiado el nombre y corrigiendo al autor de la cita, Buda; anoto su reflexión: ¡Me gusta mucho que hayas tomado una iniciativa como esta, porque puede ayudar mucho a que otros profesores le den un poco más de vueltas a las decisiones que toman en la escuela!
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