sábado, 1 de marzo de 2008

LA INTERCULTURALIDAD Y LA EDUCACIÓN EN EL PERÚ ( I PARTE)

¿QUÉ ENTENDER POR INTERCULTURALIDAD?
Seguramente, en varias ocasiones habrás leído u oído frases como: "es importante desarrollar una educación intercultural..." "...el Programa asume un enfoque intercultural..." hay que motivar el respeto a la diversidad cultural..." etc. y te habrás preguntado por qué tipo de realidad estamos apostando. La clarificación de conceptos como Cultura e Interculturalidad nos ayudarán a precisar las implicancias concretas de esta opción en nuestra práctica educativa.

Te invitamos a reflexionar y participar en este debate que nos proponen los autores. (**)

¿QUÉ ENTENDER POR INTERCULTURALIDAD? [*]

1. Cultura

Algunos reclaman por la vaguedad con que se suele utilizar el término cultura y su derivado intercultural; pero ni bien se intenta una definición se descubre la complejidad que encierra el concepto y. por tanto. la dificultad que representa definirlo. Ante este escollo, muchas veces se renuncia al esfuerzo de precisar nuevas expresiones.

En realidad, si bien es cierto que el tema es muy complejo y que la definición de cultura conlleva toda una perspectiva teórica, en el marco de un discurso orientado a elaborar una propuesta educativa, es indispensable y de hecho no es tan difícil como se piensa proponer una definición operativa de cultura y de interculturalidad. Así, por cultura podemos entender los modos de vivir o los modos de ser compartidos por seres humanos.

La cultura y el lenguaje articulado son propios de los humanos; es lo que diferencia específicamente a nuestra especie de todas las demás. Los humanos tenemos la capacidad de ir amoldando y transformando no sólo la naturaleza, sino nuestras propias relaciones con el mundo y nuestra propia forma de vivir. A través de nuestra historia, hemos ido creando y modificando nuestra relación con el mundo en un proceso acumulativo y evolutivo hecho posible porque lo que creamos y aprendemos lo transmitimos también a nuestra descendencia sin necesidad de modificación genética. Para ello, hemos inventado y seguimos renovando constantemente sistemas simbólicos complejos, que son muy variados en el mundo entero. Tienen también un importante grado de arbitrariedad; ante cualquier reto nuevo que se nos plantea, los humanos siempre tenemos varias y a menudo muchas alternativas y posibilidades de creación. Las respuestas a las necesidades y la propia construcción de nuevas necesidades son así un producto de nuestra historia. Hoy en día reconocemos que la facultad de creación de sistemas simbólicos no es exclusivamente humana [1] , lo que nos abre una importante perspectiva ecológica, pero nos hace ver también con mayor claridad la importancia decisiva que tiene esa facultad para la especie humana a diferencia de todas las demás. Por ello seguimos hablando de cultura como el modo propio del ser humano de relacionarse con el mundo.

La relación con el mundo implica la relación con la naturaleza, con los demás, consigo mismo, con la trascendencia; nos relacionamos con el mundo con formas de mirar; de sentir, de expresarnos, de actuar, de evaluar. Aunque las expresiones materiales manifiestas son parte de la cultura, es importante entender que, en tanto es vida, una cultura no se reduce nunca a la suma de todas sus producciones. Lo central de la cultura no se ve, se encuentra en el mundo interno de quienes la comparten; son todos los hábitos adquiridos y compartidos con los que nos relacionamos con el mundo. Por esta razón, podemos afirmar que la cultura, a la vez que se internaliza individualmente, es un hecho eminentemente social, puesto que es compartida y se socializa permanentemente en todas las interacciones de la sociedad, y en forma muy particular en tos procesos educativos.

Al asumir esta definición operativa de cultura, recordemos que una cultura se gesta al interior de los diversos grupos a los que los humanos se unen por diversas afinidades, sean éstas ideológicas, de clase, de credo, de origen territorial, de origen étnico, de edad, de sexo, etc. En estos grupos se generan y comparten modos de ser y hasta un lenguaje propio que son cultura. La relación entre las diversas culturas que coexisten en cualquier país es una relación entre personas y de ahí deviene su complejidad. Cuanto más estratificado socialmente sea el país, esa relación tenderá a ser no sólo compleja, sino conflictiva. Es necesario reconocer y asumir el conflicto cuando se presente, pues éste implica contacto con el otro, condición básica para la construcción de una identidad, sea personal o cultural, social. Por esta razón, si pensamos en la gestación de una identidad nacional, debemos admitir que el conflicto entre los ciudadanos de un país puede ser el germen de un entendimiento. El diálogo, por difícil que sea, es mejor que la incomunicación. El volver la espalda al otro, por ser diferente y desigual, conlleva desarticulación, imposibilidad de entendimiento, de lograr acuerdos, consensos de compartir historia. Reconocer relaciones conflictivas conlleva el deseo incluso ocultó o tardío en manifestarse de solucionar el conflicto. En la búsqueda de soluciones se descubrirá que hay Intereses comunes, hecho que ayuda a comprender al otro y a tomar conciencia de que yo tanto como el otro tenemos responsabilidades que cumplir en la gestación de un proyecto político, un futuro mejor para todos. En suma, en las relaciones entre miembros de culturas diferentes está presente el conflicto, pero no todo es conflicto.

Ahora bien, de facto es posible calificar la relación entre culturas distintas como una "relación intercultural". Sin embargo, cuando escuchamos hablar de una "educación intercultural", es probable que nos cueste un poco saber exactamente qué significa la expresión, a qué tipo de educación se refiere. Más aún, sí nos preguntaran qué es interculturalidad como hablantes intuimos que hay algo más en ella que una mera relación entre culturas; el término se refiere a una noción cuyo contenido semántico requiere ser explicitado. La comprensión del abstracto interculturalidad nos llevará a emplear el calificativo intercultural con mayor precisión, buscando que se ajuste a la definición del concepto que lo subyace. Esa es nuestra intención en los párrafos que siguen: discutir sobre qué entender y qué no entender por interculturalidad, para precisar luego qué implica una educación intercultural.

* FUENTE: Zúñiga, Madeleine y Ansión, Juan. Interculturalidad y Educación en el Perú. Foro Educativo. 1997.

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