La investigación y la innovación educativa constituyen quizá las alternativas de mayor consistencia para la fundamentación de las tareas propias de un cambio de paradigma desde una educación tradicionalista centrado en la enseñanza, hacia un sistema moderno centrado en el aprendizaje, mediante los cuales, dicho sistema pretende alcanzar, con eficacia, los objetivos de una mejora en la calidad educativa.
En el inicio del tercer milenio, encontramos buenos propósitos de todos los "entendidos", en ocasiones éstos van acompañados de conceptos como innovación, estándares de calidad, excelencia, etc. En parte esto ha sido provocado por el impactante desarrollo de las Nuevas Tecnologías de la Información y la Comunicación, que han hecho que el concepto de innovación se ponga de moda, generando grandes expectativas en que estas TICs van a apuntalar grandes innovaciones.
Sin embargo, la experiencia ha demostrado por un lado, que esto puede muchas veces no pasa de "buenos propósitos", ya que una cosa es decir lo que deseamos y otra muy diferente hacer todo lo posible para lograrlo; y por otra parte, las innovaciones no siempre requieren ni siquiera de despliegues tecnológicos ostentosos.
La tecnología puede ayudar mucho a la educación, pero no es su esencia. El que desde hace varios años se haya tenido una significativa experiencia con el uso de nuevas tecnologías en educación (y muchos se hayan impresionado con su potencial), no implica que las TICs sean la llave para hacer la educación excepcional. La esencia del éxito educativo se centra más en la cantidad y calidad del aprendizaje de los alumnos, que en el tipo o mejoramiento de la enseñanza. Todo mejoramiento en el proceso de enseñanza de hoy, en todo caso, deberá estar enfocado a mejorar el proceso de aprendizaje, promoviendo aprendizajes significativos, con espíritu crítico, innovador e inventivo.
Un primer acercamiento al concepto de innovación puede ser la "introducción de algo nuevo que produce mejora". Si se establece que la innovación significa la introducción de algo nuevo que produce mejora, el hecho de pasar de lo que se tenía antes, a un estado de mejoría, supone la presencia de un cambio. Sin embargo, no puede afirmarse que todo cambio sea una innovación; un cambio puede ocurrir incluso de manera no deliberada como consecuencia de la intervención de múltiples factores en una situación determinada. Así, puede establecerse que la innovación es algo más planeado, más deliberado, más sistematizado y más obra de nuestro deseo que el cambio propiamente dicho, el cual es generalmente más espontáneo.
Por otra parte, una innovación para ser considerada como tal, necesita ser duradera, tener un alto índice de usabilidad y estar relacionada con mejoras sustanciales, esto establecerá la diferencia entre simples novedades (cambios superficiales) y la auténtica innovación.
La innovación no es un acto que produce de manera directa determinadas consecuencias, la innovación es un proceso, y como tal, supone la conjunción de hechos, personas, situaciones e instituciones, actuando en un período de tiempo en el que se suceden diversas acciones, no necesariamente en un orden determinado, para hacer posible el logro de la finalidad propuesta. (lea usted el texto completo en el enlace: http://www.innovarperu.org/innovacion.htm)
tomado de innovarperu.org
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